lunes, junio 04, 2007

Las obligaciones de un director

Me parece que un director tiene varias obligaciones, y me refiero tanto
en el sentido profesional del término como en el sentido moral. Una de
esas obligaciones es explorar, estar en un perpetuo estado de
investigación. Otra es dejar que te asombren de vez en cuando. Siempre
estoy deseando ver una película que me emocione enormemente, y de la que
no pueda sentirme celoso de ninguna manera porque sea bella, me encantan las películas bellas. Una película que me abrume, que me obligue a examinar de nuevo mi trabajo, porque lo que me está diciendo es: “Esto es mejor que lo que tú haces, así que intenta mejorar”.

En la época de la Nouvelle Vague, pasábamos el tiempo comentando las películas de otros. Y recuerdo que cuando vimos Hiroshima mon amour (1959), de Alain Resnais, nos quedamos estupefactos. Pensábamos que lo habíamos descubierto todo y de repente nos encontramos ante algo que se había hecho sin nosotros, sin nuestro conocimiento, que nos emocionó profundamente. Fue como si los soviéticos, en 1917, hubieran descubierto que otro país tenía una revolución comunista que funcionaba tan bien como la suya, o incluso mejor! Imagina cómo se habrían sentido...

En cuanto a la tercera obligación del director, creo que es, sencillamente, reflexionar sobre por qué hace cada película y no darse por satisfecho con la primera respuesta. Empecé a hacer películas porque era algo vital; no podía hacer otra cosa. Pero cuando veo muchas películas hoy en día, tengo la sensación de que el director podría haber hecho cualquier otro trabajo sin problemas. Me parece que ellos creen que están haciendo lo que dicen que están haciendo, pero en realidad no lo hacen. Creen que han hecho una película sobre algo, pero no es así.

Existen dos niveles de contenido en una película: el visible y el invisible.

Lo que pones delante de la cámara es lo visible; y, si no hay nada más,
es que estás haciendo un telefilm. Las películas de verdad, en mi
opinión, son las que tienen algo invisible, que puede verse -o
discernirse- a través de la parte visible y únicamente porque la parte
visible se ha dispuesto de una determinada manera. En cierto sentido, lo
visible es un poco como un filtro que, cuando se coloca en un cierto
ángulo, permite que traspasen determinados rayos de luz y permite ver lo
invisible. Demasiados directores de hoy en día no van más allá del nivel
visible. Deberían plantearse más preguntas. O los críticos deberían
hacérselas. Pero no después de que las películas estén terminadas, como
se hace en la actualidad. No, es demasiado tarde. Tienes que plantearte
las preguntas antes de que esté hecha la película y debes planteártelas igual que un oficial de policía interroga a un sospechoso: cualquier cosa que no llegue a esto no vale la pena.

    Jean-Luc Godard

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